Porque, en medio de nuestros silencios, Dios sigue gritando con fuerza: ¡ Alegraos! ¡Gritad con júbilo! Con Él no hay temor... porque Él es Amor. Y donde hay amor no hay temor, donde hay amor, no hay miedo... por muy difíciles que sean las situaciones a las que nos enfrentamos.


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